Cuando estamos en nuestro día a día, en nuestra zona cómoda y segura, tendemos a creer que la vida es constante y a veces hasta se nos ocurre pensar que es rutinaria y aburrida…
Sin embargo, esto no es más que una idea que nuestro cerebro elaboró, gracias a que todo lo que vemos, tenemos, sentimos es algo relativamente conocido, lo que nos brinda la sensación de estabilidad, pero no nos damos cuenta que al asumir esto, dejamos de notar que la vida es un mar de constantes cambios y movimientos que a la final no buscan más que llevarnos a evolucionar, a despertar y a aprender.
Déjame contarte una historia de mi vida, para ejemplificar mejor lo que te digo:
Un día, cuando pensé que la marea estaba en calma, cuando todo parecía ser normal y tranquilo, me llego una noticia total y absolutamente inesperada, y lo que parecía un mar en calma se convirtió en un tsunami de pensamientos y de emociones y esa madeja de emotividad empezó a arrasar con cualquier atisbo de calma que antes parecía tener.
Como buen ser humano, tuve cualquier clase de pensamientos, impulsos, y reacciones ante lo que creía que estaba siendo la amenaza de mi paz, por supuesto tuve una lucha interna que parecía ser eterna, tuve ganas de dar OFF a algún botón para no sentir lo que sentía, y de paso si había otro botón de BACK con el que pudiera retroceder el tiempo, también lo oprimiría…
Sin embargo, nada de eso era posible, sabía que tarde o temprano tenía que enfrentarme con ese golpe de honestidad (que a todos nos llega), que de pronto no me iba a dar las respuestas que mi ego quería, pero si las que mi alma necesitaba.
Y fue ese golpe de honestidad el punto de aprendizaje e inspiración que me ha llevado a escribirte esto. Aunque no esperaba lo que se venía, y aunque mi mente estaba tan nublada por la densidad de mis pensamientos, empecé a tener destellos que (sin ir más lejos) me llevaron a darle una transparencia total a la circunstancia, a las personas, y hasta a los pensamientos que me daban esa ilusión de dolor intenso.
Fue con la honestidad, que tuve la oportunidad de ver que ya no veía nada, ni nadie en esa situación más que a mi misma, todo lo que había en el cuadro, había perdido su intensidad y solo quedaba yo, todo me apuntaba.
Y cuando te digo que me apuntaba, no lo digo en términos de juicio o señalamiento, todo lo contrario, lo digo en términos de que esa situación tan turbulenta estaba teniendo lugar dentro del amor perfecto por mí, porque independiente de la intensidad que el enganche y regurgitación de mis pensamientos me hacía sentir, sabía que una gran enseñanza venía detrás, una gran cantidad de cargas inconscientes se iban a liberar, además de una apertura de mis ojos a un amor más real y más palpable que el amor con el que hasta ese momento había amado.
Por eso, hoy, puedo ver que ninguna situación existe en vano, toda situación está buscando despertarnos del sueño ilusorio que nuestra mente ha creído, sueño que nos dice que la tranquilidad, paz, y bienestar depende de que el mar este en calma y que todo salga de acuerdo a nuestras expectativas, pero la cuestión es que la vida no se mueve de acuerdo a nuestras expectativas, la vida ES (y tal como es, es perfecta), y cuando no la sentimos perfecta, no es porque no lo este siendo, sino porque nuestros pensamientos distorsionan esa realidad.
Dentro de nuestra perfecta humanidad, vamos tener puntos ciegos, y momentos en los que distraemos y nos compramos como verdad absoluta todo el paquete de nuestros pensamientos, pero también vamos a tener la oportunidad constante de retornar a casa, de retornar a ese lugar de paz, honestidad y consciencia que reside en nuestro interior.
Entonces, ya no me atrevo a creer que toda la vida es lo mismo, es una rutina y es aburrida… ahora noto como todo cambia y se renueva a cada segundo, de acuerdo a nuestro estado de consciencia y a la calidad de pensamientos con los que nos enganchamos.
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