
¿También tienes manos de señora?
Hoy me encontré con un amigo de mi adolescencia, hablamos por un breve instante, pues el iba con afán para su trabajo y yo para el mio (en casa), no sé en que momento o porque se dio el tema, el hecho es que de toda la conversación me quedó una cosa martillando en la cabeza.
Me dijo: ¡Tienes manos de señora y todo! 😯
En mis adentros vinieron tantas cosas a mi cabeza que te las quiero confesar… 🙉
Pensé: Que tipo tan atrevido, irrespetuoso, ¿será que mis manos están feas?, ¿será que lo dijo por el color rojo en las uñas?, ¿será que se nota que cocino, lavo y demás y ya no son bonitas?
De primera mano, mis pensamientos me atacaban, me ponían en vergüenza, me decían que mis manos, según mi amigo, “manos de señora” tenia que esconderlas para que nadie más volviera a opinar lo mismo…
La verdad, y ante un ejercicio de reflexión, logré darme cuenta de varias cosas (que te voy a contar a continuación) y logré darle la vuelta a esa torta.
Te voy a relacionar mis reflexiones, lo más puntuales posibles para no hacerte largo el cuento:
- Mi amigo, es libre de dar cualquier opinión, y de hecho cualquiera de ellas es absolutamente neutra, asi que no tiene la capacidad de hacerme sentir mal
- Si me sentí mal, no fue por su comentario, sino por todo lo que yo pienso acerca de su comentario, es decir, mi sentir, fue consecuencia de mis interpretaciones y juicios sobre lo que pensaba acerca de “las manos de una señora”.
- Esto me dio la oportunidad de empezar a cuestionar esas ideas, y darme cuenta que “mi pequeña verdad” sobre esa frase, no es LA VERDAD.
Después de notar toda esta película interna que estaba pasando en mí, no solo el ruido y el malestar que tenía bajaron, sino que también pude ver mis manos, y sin llegar a etiquetarlas ni a ponerles juicios encima, solo las mire y vi que eran mis elementos, mis herramientas, mi fuerza de trabajo, el recurso que Dios me dio para poder alzar a mi hija, para poder cambiar un pañal, para poder acariciar, para secar una lagrima, para cocinarle a mi familia…
Así que, en últimas, me quedé con esto: Si mis manos son de señora, entonces las amo infinitamente como tal, amo sus dedos largos y delgados, amo sus cicatrices, amo el soporte que me han dado, amo y agradezco todo lo que me han servido a lo largo de mi vida para mí, para mi hija, para mi esposo, para mi trabajo, para mis caprichos…
Decidí resignificar la frase “tener manos de señora”, no darle la carga negativa, sino más bien darme cuenta que son asociaciones además de tontas, superficiales, pues una SEÑORA, realmente es una mujer valerosa, valiente, dedicada, bien intencionada…
Asi, que si me vuelvo a encontrar a mi amigo, y me vuelve a decir que tengo “manos de señora”, lejos de sentirme mal o de sentirme avergonzada, recordaré que ser una Señora, y tener manos de señora, es algo bonito, digno de honra, de respeto y de toda mi admiración.
Ahora, te pregunto, ¿Tú también tienes manos de señora? ¿Qué opinas de esto?
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